Asesinato de un estudiante en plena democracia
El 19 de mayo de 1999 en la ciudad de Arica, en mitad de una protesta estudiantil, Daniel Menco fue muerto de un balazo perpetrado por Carabineros. Han pasado casi 15 años de su muerte y como ocurriera entonces, no pasó de juzgarse como un incidente aislado, desapercibido, impune. Como si no hubiese historia que nos enseñara sobre las consecuencias de hacer del abuso un arma del poder. Ocurrió en plena democracia, en años donde la banalidad y el triunfalismo pretendían deslastrarse de la carga de la dictadura. “Eran cosas del pasado, había que mirar hacia el futuro”.
Pero aconteció el asesinato de Daniel Menco, en el marco de una lucha estudiantil que se arrastraba desde la dictadura y que al día de hoy nos sigue consternando y movilizando. Es cierto que su muerte se dio en un contexto y tiempo distinto al que nos cubriera de muerte y pesar durante más de 20 años. Sin embargo, en el poema que relato existe un vínculo entre el crimen de Daniel y el que se llevó a tantos otros. Recuerdo haber entrado a una zona de dolor en la que la herida que se abre deja ver una más profunda, a la que hay que sentir y atender.
Pasados 15 años del asesinato de Daniel Menco y al conmemorarse 40 años del golpe, el testimonio de la brutalidad y violencia se enfrentan a la misma insensibilidad moral de entonces. Y peor; hoy, una parte del país se empeña en partir de cero, en dejar atrás los revanchismos, apelando a ecuaciones que relativizan las culpas. No se trata de eso. No entienden que la dictadura y su inercia nos legó un estupor que durará lo que dure la memoria, y que los cimientos de cualquier construcción de hombre y de pueblo tiene que fundarse en la verdad, en la justicia y en la memoria.
El día en que asesinaron a Daniel Menco fue distinto a lo que habían sido las movilizaciones estudiantiles de esos años. Ese día, bajo una orden aleccionadora, en Playa Ancha y en todo Chile, la policía nos reprimió con extrema violencia. Quedamos agotados e intoxicados como nunca. Nos sentimos derrotados al punto de ir a golpear las puertas del palacio de Justicia de Valparaíso a las absurdas y oscuras horas de la noche. En ese momento no supimos que mientras golpeábamos esos sordos portones se estaba perpetrando la infamia en Arica. Al enterarnos a la mañana siguiente nos embargó una rabia y un dolor desconocido, como si hubiéramos conocido a Daniel hace tanto tiempo. Esa mañana su muerte se hizo nuestra.
Qué fue de los que ahí estuvimos, no lo sé, qué fue de esos sueños y de las convicciones que inspiraron esa lucha. Lo más probable es que la mayoría hemos seguido adelante tratando de sobrevivir en esta máquina que a veces no da respiro. Quiero creer que lo que ocurrió sigue vivo en nosotros, y que despierta cada vez que vemos como nuevas generaciones asumen su papel en la historia, más de lo que nosotros lo hicimos en esos años. No fuimos los mismos después, cómo si el peso de la realidad hubiese abofeteado con la muerte nuestras expectativas. Creo que ningún anhelo, por más justo que este sea, valga la muerte de un estudiante, no lo vale. No hubo gesta pero hubo y hay una profunda conciencia de lo que este país necesita para abrazarse en una nueva alegría y una nueva esperanza, y esta parte con ser memoria.
No sé si Daniel hubiese querido convertirse en un mártir, pero lo es, símbolo de una generación que luchó por una educación más justa, y que como otros lo hicieron antes y como otros lo han hecho después, no han logrado ver que el país transforme su supuesto «compromiso con el futuro y la educación» en un imperativo nacional.
Días después, el 25 de mayo de 1999, luego de una tarde de reflexión decretada en la Facultad de Ciencias de la U. de Valpo por la muerte de Daniel, pude leer este poema escrito en las noches de insomnio que siguieron a su muerte. Anochecía y rodeado de compañeros formando una ronda cada, uno con una vela en la mano, en un profundo silencio pude hacer lo mínimo, un póstumo homenaje a Daniel Menco y los Mártires de Mayo.
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MÁRTIRES DE MAYO
Yo acuso el olvido purgatorio
Del marchar entre tinieblas
Con nuestra fuerza andando a tientas
Atento al miedo disfrazado
Atento a hogueras de antifaces
Atento a cortejos moribundos
Nadie se detiene en esta noche a llorar a los mártires de mayo
¡ya me despiertan los lamentos!
¡ya me levanta el deber de nuestra esencia!
¡ya me guía hoy la huella diáfana, la más simple de las conciencias!
Duéleme el alma en esta noche
el recuerdo del caído
Árdeme la sangre al ver que nadie se condice al dolor mártir
¡mártir x soñar!
¡por lanzarle piedra al viento!
¡por querer salir de la pobreza!
¡mártir x pedirle al mundo más justicia!
Dueléme casi en llanto y me repulsa
La voz mezquina que a razones aparentes
X vacación interrumpida
X no gozar del beneficio
Eluden el paro y su consigna
De voz tan clara altisonante
Ruega, pide, exige
Una educación más justa, más limpia, aireada con nuevas luces
La cosa ya se ha puesto tanto más seria
Que en una negra noche
la sangre,
el sueño,
los clamores
fueron trocados x la muerte
Duéleme la general ignorancia,
la masiva indiferencia
El país no está de duelo
Aquí ya no se vierten ajenos sufrimientos
O tú no gastas ya tus lágrimas mas que en dolores egoístas
Aquí a lo importante se le baja el perfil tan simplemente
Ya ni la miseria nos conmueve en estos días
Lloro los mares esta noche
Mójase la tinta con mi poesía amarga
Duéleme quien con nuestra sangre
mancilla la tierra de la vida
Brillará por siempre de velas tu vigilia
Acompañaremos éste tu traspaso
convertido en eterno espíritu
para aguardar en otras vidas
tus promesas realizadas
Tan valientes nuestras quejas
Tan injusta es hoy tu muerte
Tan agotadas las paciencias
Más inermes son sus templos
De tan oscuras armaduras
Donde lucubran estrategias
Mientras la vida ya no sienten
Abandonados son los sueños,
a la deriva,
cual derrelictos,
como mensajes en botellas
Pa` recalar en las entrañas
orillar en las sienes de hombres islas
Yo tomaré todas las libertades
que mi juventud hoy me confiere
Para salir del miedo emancipado
Soñando el hombre del presente
Luchando al hombre del mañana
Expelido de pronto
De los vórtices nocturnos
Desorientado ante muerte
doy zarpazos a la historia
A tientas x el erebo
rasgando los infiernos
ciego de paraísos
Inmerso en macabras opulencias
Una lanza ardiente alumbra mi frente
¿En qué perdida noche zanja y reluce tu diadema heroica?
¿En qué perdida noche alumbra con fugacidad de luciérnagas?
¡CALLAD LAS LENGUAS!
Que la daga
Rutilante estrella
Escinde el firmamento
Es la luz de tu lanza guerrero eviterno
Tu senda llagada e inconclusa
Clavase en la tierra frente a mi presencia
ARDE y ARDE
Con el recuerdo que trae
Con la memoria que me guía y me conduce
Despiértame entre los destierros
La luz de los elegidos
El clamor de vuestro ejemplo
Álzame en tus brazos Galvarino
Zapateo en tierra y un acento
Arróbame el eco de tu voz García Lorca
Ligero como la luz de la alegría
Rotundo como la conciencia de un pueblo Víctor Jara
ARDE DANIEL TU SIEN PENSANTE
ARDE TU SANGRE LATIENDO EL PAVIMENTO
PALPITANDO EN LOS ASFALTOS
CALIENTE EN EL CEMENTO YERMO
ARDE el fuego eterno
De fragor y la molienda
Los aullidos insurrectos
De éste mi pueblo que lucha
De éste mi pueblo clamando justicia
Mas trísteme esta noche
la sombra de revoluciones marchitas
El eco del clamor y el desencanto
Los alaridos, el dolor
de la muerte tan tempranas,
e impunes torturas
El peso de ilusiones truncas
De pronto parece apagarse su llama en esta pena negra
Todo lo cubre aquella sombra absurda
De la muerte prematura
Del sueño arrebatado
Todo parece ser tragado por este olvido inerte
Será el destino tan doliente
Serán tan crueles los regentes
Tan amargos los designios
De alimentar con nuestra sangre
¡LA MÁS ROJA!
¡LA MÁS TIERNA!
La función del engranaje
La matriz de la codicia
El trepidar de las ruletas
Dudo un instante
si tomarte o no tomarte
Más son tus haces que atraviesan como lanzas
Los celajes de la duda
Las paradojas de tinieblas
Y aun y todo
y aunque todo fuera
¡¡Asirte es lo que quiero!!
Sin importar cabalgar entre fantasmas
Desenvainar entre sonámbulos
Resucitar las osamentas
Avivar hoy las cenizas
Sin importar hacer en mi una gesta
SORDO MI GALOPAR SORDO
SORDO A LA VOZ SIN RESPUESTA
Subiré esta noche a los más altos peñascos
A lamer nuestras heridas
Aullando al firmamento
Pidiendo a los cielos deferencia
La luna, oído claro omnipresente respóndeme:
Sanaran con la vida vuestras costras
Renacerán del dolor y de la muerte
Vuestros sueños
vuestra esperanza
Quiero pedir hoy el silencio más solemne q`alguna vez hemos guardado
para al que oye hoy anidando en lo profundo
Para Daniel Menco, mártir de los sueños
Nesko Kuzmicic
Facultad de Ciencias Universidad de Valparaíso,
Playa Ancha 25 de mayo de 1999