Cuando se analiza un proyecto nuevo de generación eléctrica, generalmente los costos de inversión y la puesta en marcha de la nueva planta eléctrica representan el gran egreso del proyecto, ya que el mercado analiza como residuales los costos futuros que vendrán al final del ciclo de vida del proyecto, que aparentemente no tienen mayor impacto en el presente. Si hablamos de costos futuros, como el impacto real al medioambiente y la sociedad, es muy difícil encontrarlos a primera vista en la evaluación económica de un negocio de este tipo. Una forma común de evaluar económicamente los proyectos es a través de la metodología de flujos descontados y valor presente que, si bien tiene la ventaja de traer al presente el valor futuro de los flujos del proyecto, tiene la grave desventaja que minimiza dramáticamente costos que se van a presentar en el largo plazo. Por ejemplo, a una tasa de descuento de un 12% anual (tasa común utilizada para proyectos de riesgo acotado), si calculamos el valor presente de un costo igual a $100 en el año tres, este tiene hoy un valor de $71. En cambio, si ese mismo costo se tuviera que asumir en 80 años más, el valor presente cae deplorablemente a $0,01.
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